De la educación prohibida a la libre adoptada

José Regueria, Pedro Corbacho y Andrés Macías.
En el primer día de las Jornadas, nuestro Cronista Oficial, José Regueira, y el concejal de Cultura Pedro Corbacho presentaron las XXI Jornadas de Historia y Arqueología de Jimena.
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A continuación se presentó la ponencia "La Educación Prohibida a la Libre Adoptada".
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Andrés Macías Sánchez nació en Jimena de la Frontera en los días "señalaítos" de Santiago y Santa Ana, concretamente éste último, julio de 1943. Como la mayoría de los niños de la postguerra sufrió las carencias existentes en el entorno educativo. A pesar de ello y gracias a la preocupación de sus padres, Bartolomé y María, comerciantes de la localidad, cursó los estudios de Bachillerato en Algeciras y Campillos.
Posteriormente, en la Escuela de Magisterio de Málaga obtuvo el Título de Maestro Nacional, a los 19 años, enriqueciendo su formación profesional mediante cursillos de adaptación a la Educación General Básica y a la Educación Secundaria Obligatoria, siendo habilitado en las especialidades de Filología y de Educación Física.
Durante 11 años ejerció como maestro en su pueblo natal, impartiendo las clases en el Colegio Reina de los Ángeles y de Educación Física y otras disciplinas en el inicial Colegio Libre Adoptado, dependiente del Instituto Kursaal de Algeciras, donde cursó sus tres primeros años de Bachillerato y ejerció como Profesor de la ESO en el último curso.

VÍDEO DE LA CONFERENCIA




Ponencia:


BUENAS TARDES ….. Permitidme, al iniciar la intervención en estas Jornadas, que introduzca una breve alusión a mi infancia, usando el medio lingüístico en el que me desenvuelvo más satisfactoriamente, siempre que me dirijo a mi pueblo.


PRESENTACIÓN DIAPOSITIVAS




Sol planetario, de justicia, estrellándose sobre la pulimentada piedra y la reluciente cal de una calle. Cruz del Rincón, Consuelo, Caminete Luna, Fuente Nueva, La Loba, Corral del Consejo ... cualquiera de estos nombres reflejan tal estampa de un atardecer en verano o en invierno (también nuestro paisaje irradia similar luminosidad en la etapa invernal). Hora vespertina, un chavalín inicia la escalada hacia la cima próxima de un castillo de este pueblo de la Baja Andalucía. 
La nominación callejera de un Barrio Alto, ya, nos sitúa, aquí, al Sur del Sur, en la que fuera zona fronteriza del periodo nazarí; la etapa histórica vivida por un territorio que, siglos más tarde, marcó a numerosas localidades andaluzas al acodarle un “apellido” a su original nombre castellano.
Nos ubicamos en los años 50, recién acabada la postguerra, después del golpe de estado que desbancó al gobierno republicano avalado por las urnas y que desembocó en la prolongada dictadura militar del general Franco. Y recién finalizada la etapa precedente, años 40, más conocidos por los “años del hambre”.
Un pequeño delgaducho, rubio y vivaracho, escala diariamente las callejuelas que han de conducirle hacia otra más elevada y muy próxima a las almenas del ruinoso castillo cuya explanada interior se había convertido en huertos y espacio de juegos para los pequeños. Yustos, una de sus antiquísimas y centenarias viviendas, era el lugar elegido para recibir la “prohibida” enseñanza que, con el tiempo, forjaría su personalidad.
Adiós Pepe, saludaba respetuoso, al pasar, al zapatero que aplicaba sobre la suela un cabo envuelto por la cera, afanado en corregir los defectos producidos sobre el calzado, bota o sandalia, ya desvencijados por el cotidiano uso sobre el terruño o los riscos, pasando los cabos entre los agujeros abiertos por la punzante aguja.
Aquel tradicional saludo entre vecinos, ya en desuso, no transmitía el miedo interno que sentía Andrés aferrado a la talega (hoy equivalente a mochila) envoltorio casero que ocultaba la enciclopedia, grado medio de Dalmau Carles , la pizarra de la que colgaba un pizarrín sujeto por una cuerda, la libreta de dos rayas, una goma de borrar... lo más elemental para iniciarse en la lectura y escritura, el aprendizaje de las “cuatro reglas” (operaciones aritméticas) y del incipiente dominio en el trazo de la letra cursiva inglesa.
Entre cuatro paredes desvencijadas y sudorosas, que sostenían vetustos cuadros de antepasados, aguardaba un profesor, autodidacta, extremadamente autoritario, casi recién llegado al pueblo tras salir triunfante de tres penas de muerte frente a un tribunal militar. Esta autodefensa aconteció en Alicante, años 39 y 40, del pasado siglo.
Diego Bautista Prieto, hoy poeta del pueblo, trabajaba como administrativo en la fábrica de corchos del onubense José Ferreira, ubicada en la Estación Férrea y dedicaba horas extras a la educación de los pequeños de Jimena que carecían de plaza escolar en cualquiera de las dos aulas unitarias que regentaban el alcalde, Bernardo Periñán, y otro maestro nacional llamado José Capote.
Este sello o pacto temporal, entre la niñez y la madurez, desembocaría más adelante en una amistad profunda, envuelta por la admiración y, sin duda, arropada en los comentarios afines al otro Diego, el familiar que compartió la defensa de idénticos ideales aunque, éste, muriera en el empeño.
Con el tiempo, de esa semilla bien abonada, brotó la oportunidad de valorar y vibrar con los relatos de aquellas inquietudes sociales, compartidas por los dos combatientes, en la mente inquieta de este pequeño rubio, siempre ávido de sensaciones. Ahí germinó la rebeldía con causa de ambos y de tantos otros españoles. 
El Paseo era la plaza pública de forma ovoide, enlosado con piedra pulimentada a mano, ornamentada con cuatro columnas forradas de cal, adaptada a la configuración del terreno, provista de un poyete en su desnivelada margen izquierda, salpicado de canapés de hierro para el descanso y lugar de cita de los habitantes de la ciudad en las jornadas de fiesta. 
Anecdóticos los paseos, de un extremo a otro, de jóvenes y mayores aguardando el comienzo del cine (verano o invierno) o de la cita obligada para iniciar unos lazos de amistad más profundos o el recorrido por los bares anexos, Cuenca, Becina, Milagros, Rebolledo…
Al fondo de la plaza, el viejo campanario, nido de primillas y otras rapaces, símbolo único y desafiante de la derruida parroquia Santa María la Coronada abatida por los cañonazos que lanzaron desde el cerro de Los Angeles las fuerzas invasoras que llegaron de Marruecos.
Ahí, en las calles empinadas que daban configuración al pueblo, asentado en una loma o cerro, discurrían las inquietudes lúdicas y otros sentimientos de una población marcada por acusados lazos familiares. 
Sobre tal sociedad que sostenía matices o raíces ancestrales, se asentaban los funcionarios municipales, los médicos, los veterinarios, los farmacéuticos, los comerciantes, los panaderos, los propietarios de bares y los otros maestros: carpintero, guarnicionero, barbero, zapatero, albañil (últimos exponentes de las distintas profesiones que simbolizaban reductos de los gremios feudales en vías de extinción). 
Y, por supuesto, los propietarios de fincas, más o menos extensivas, que pasaban la mayor parte de su vida en los cortijos o propiedades de monte, dirigiendo las tareas agrícolas y ganaderas: la siembra, la siega, la trilla, la poda, la saca del corcho, la explotación del carbón y la leña, etcétera. 
Jimena era una reducida población agrícola y ganadera, muy diseminada por los montes y los cortijos afincados mayoritariamente en las feraces y cultivadas vegas de los ríos Guadiaro y Hozgarganta, sin apenas estructura industrial, desenganchada del mundos exterior más próximo, lugares casi recónditos donde difícilmente llegaba la enseñanza más elemental. 
Aunque, en estos inicios haya plasmado ciertas vivencias de mi niñez, pretendo ceñirme al consejo o reto que, un día, me aportara Pepe Regueira “sería interesante exponer el desarrollo de la educación en Jimena, abarcando la mitad del pasado siglo y el avance del nuevo, según tu visión y experiencia“. 
Esta invitación amistosa me llevó a rescatar la documentación que celosamente guardaba del grupo Misión Rescate, labor que coincidió con el funcionamiento del Colegio Libre Adoptado, acometida por el profesor de Geografía e Historia Eduardo López Mejías, recientemente fallecido, y por su esposa Mercedes. 
Mi intención, una vez recuperado el trabajo en sus orígenes, como director de aquel grupo local de investigación histórica, no es otra que divulgar “la prehistoria de la historia de Jimena”, según lo definió Regueira, al conocer la extensión y el contenido de la veintena de hallazgos estudiados y documentados hace más de medio siglo. 
El trabajo realizado por el grupo fue parcialmente destacado por los medios de comunicación, ya desaparecidos, el “Sol de España” a nivel comarcal y el diario “Ya” en su edición nacional.
LA EDUCACION PARTIO DE DOS AULAS UNITARIAS
Tras esta pincelada de los sucesivos aconteceres en Jimena, en los albores de los 50 sólo había dos aulas unitarias para niños regentadas por de don Bernardo Periñán, más alcalde que maestro, en la vivienda hoy sede de Agaden, y don José Capote, que ejerció en el solar de la actual Biblioteca, frente al viejo Correos, y una para niñas regentada por doña Julia Pérez Navarro Boza, en el fondo de su propio domicilio con ventanales que ofrecían preciosas vistas al exterior.
El aula de D. Bernardo Periñán estuvo ubicada en el soberado de su vivienda. Una amplia nave con dos alineaciones de bancas dúplex y, en la margen derecha, un espacioso lateral con acceso a una pequeña habitación. Allí, los alumnos mayores hacían repetir a coro a los más pequeños el padrenuestro, el ave maría, y el credo; las tablas de multiplicar, los ríos de España, etcétera mientras el resto realizaba el cálculo, la lectura o la escritura.
Una práctica que bien podría trasladarnos a los versos de Antonio Machado… “una tarde parda y fría de invierno los colegiales estudian…. monotonía de la lluvia tras los cristales … 
La insuficiencia de plazas, junto a otras adversidades de la época, provocó que personal no titulado, durante la república y en los inicios de la dictadura, en la postguerra; “maestros” procedentes de la educación u otras profesiones liberales republicanas, impartieran enseñanza en locales del pueblo y en las cortijadas esparcidas por el término municipal, como Sambana, Marchenilla y otras.
Diego Bautista Prieto, su hermano Cristóbal, … Román, Alfonso Moreno (cobrador de la luz) Juan López Palmero, Antonio Fernández y algunos más en la época republicana, dispensaron los conceptos primarios, lectura, escritura y cálculo a un reducido número de alumnos en las diferentes zonas agrícolas y de Los Alcornocales.
La labor desplegada por algunos de estos “profesionales autodidactas” motivó la llegada de varias generaciones a unos niveles de estudios impensables. 
Recuerdo que, en mi infancia, cuando asistía a la “escuela de Prieto”, en varias ocasiones, esos maestros fueron denunciados ante el Gobernador Civil por el propio alcalde de la época, argumentando que ejercían lo que siempre he denominado como la enseñanza “prohibida”. Y allí, en verano, algunos estudiantes de Bachillerato que cursaban estudios fuera, Juan Luis Rodríguez, Angel Durán, hijo de doña Julia, y Joaquín Hita participaron de aquella enseñanza “prohibida” y sancionada de la calle Yustos. ¡¡¡ Qué incongruencia !!!
Años más tarde, la Comisión Comarcal de Servicios Técnicos, siempre presidida por el General Gobernador Militar, organismo instituido por el gobierno de la nación, para redactar y agilizar los planes de desarrollo de los siete municipios de la comarca, empezó a configurar parte del equipamiento y de la infraestructura que ahora tenemos en el plano educativo.
Tal Comisión Comarcal con sus fracasos y éxitos aportó infraestructuras para que Jimena, desde siempre inmersa en un profundo ostracismo, descolgada, iniciara su despegue. Cierto que un elevado porcentaje del presupuesto llegado desde Madrid se desviaba hasta Algeciras, en detrimento de los demás municipios de la comarca. 
Puede decirse que, por una u otra circunstancias, los efectos de los planes de desarrollo no alcanzaron los objetivos previstos. Las ingentes cantidades de dinero, encaminadas a establecer unos parámetros reductores de nuestro subdesarrollo, no permitieron mitigar el desfase de nivel existente respecto a Gibraltar.
La picaresca española ya existió, sin que ningún gobierno de esta o aquella ideología la erradicara. Las empresas que se ubicaron en los polígonos industriales de la comarca desparecieron con prontitud. Y, todavía, aquí, tenemos el ejemplo irrefutable de la “Fábrica de los Tomates” tras la desaparición de ayudas financieras, de la maquinaria, de las promesas incumplidas de creación de trabajo y la constatación de otras irregularidades. 
Volvamos a la educación. Con el tiempo, el concepto de aula unitaria fue desapareciendo. Más cercanos los nombres del riojano Antonio Puchán y doña Loli, su esposa, José María Delgado, José Romero, Francisco Manzano, Luis González, Ana Rosa Zapata y otros aumentaron el número de aulas esparcidas por diversos puntos del pueblo.
Puntualmente, según los suspensos, los estudiantes de la época recurríamos a la iglesia. Los sacerdotes, los llamados padres Sánchez, Mariano, el cura Francisco Alegre u otros estudiantes de mayor edad, Antonio Pérez Gil, contribuyeron a profundizar en el latín, los idiomas, las matemáticas o la música, dada la carencia de centros educativos de nivel superior. 
Algunos profesores señalados, conscientes de la demanda de una juventud que precisaba más atención en el plano educativo y cultural se asociaron y crearon la Academia Calasanz. Este paso resultó decisivo para la educación de centenares de alumnos, algunos becados, que se iniciaban en el Bachillerato y, otros, que iniciaban los estudios de Magisterio, siempre examinándose por libre en institutos de Algeciras y las entonces llamadas “Normales” , Escuelas Oficiales de Málaga y Cádiz. 
Añadir la labor desplegada en la Estación y en los mismos niveles por los profesores Pedro Rojano, José Díez Tabarés junto a Diego Bautista Prieto, afincado entonces en la Estación, siguiendo los pasos de Jimena para atender al alumnado de este núcleo. 
Ya en el curso 65-66 fueron construidas cinco unidades en los aledaños de la parroquia de La Victoria, donde con antelación se impartió la educación en sus instalaciones conventuales regidas por una Congregación Religiosa que desistió, pocos años después, por la falta de ingresos y alumnado.
Hace medio siglo, recién iniciado en mi profesión y llevado por la inquietud educativa, apareció la oportunidad de dedicar el tiempo disponible a la que llamo “revolución” del baloncesto – casi una decena de equipos seniors en competición, los juveniles, el conjunto infantil ganador del trofeo Joaquín Rodríguez de ámbito comarcal – a los concursos de “Cesta y Punto” celebrados en las fiestas de Agosto y, muy afín a este comentario, al trabajo realizado con alumnos de primaria: Misión Rescate.
Allí, junto a José Luis Martín, Antonio Alvarez, Manuel de la Coba y Alejandro Hernando, estuvimos ejerciendo hasta la inauguración del colegio nacional Reina de los Angeles, curso 68-69, todo un avance dado su equipamiento, salón de actos, gimnasio, comedor… Poco después el Ministerio de Educación y Ciencia centralizó la enseñanza y logró otro salto cualitativo y cuantitativo, trasladando a los alumnos en autocares hasta el C.N. Reina de los Angeles. 
La nueva Ley de Educación, según informó el inspector Quintas Ferro a la dirección del citado centro, absorbió a la población escolar de Marchenilla, el Esparragal, La Herradura y Montenegral, Los Angeles, etcétera. Se aplicó la Educación General Básica, progresivamente implantada, en determinados colegios de la comarca, hasta alcanzar el quinto, el sexto, el séptimo y el octavo cursos de E.G.B. Paralelamente se celebraron cursillos previos de especialización para el profesorado en el Instituto Mixto 2 de Algeciras. 
Esta reforma educativa, importantísima y necesaria, reportó muchos beneficios al alumnado, al disponer de profesores especializados y material educativo apropiado para la asimilación de las materias impartidas. 
Luego, con la llegada de la E.S.O. entrarían en acción otros colegios en la Estación y en Jimena, el Aljibe, Al Andalus, de Bachillerato, compartiendo módulos de Gestión y Administración de Empresas y otro Forestal que culminaron la dotación actual de los centros educativos.
Con anterioridad, mediados de la década de los 60, comenzó el Colegio Libre Adoptado, que impulsó el desarrollo de unos niveles educativos impensables: pasar de la educación primaria al bachillerato y de ahí a los planes de Magisterio ú otras carreras medias.
Fue un salto inesperado, imprevisible, y el despertar de un profundísimo letargo dadas las características de Jimena, su ubicación en la zona norte del Campo de Gibraltar y su acusada desconexión terrestre de Cádiz y Málaga. 
Con antelación los escasos estudiantes que tenían acceso al Bachillerato se desplazaban hasta Algeciras, Mixto 2, ubicándose con familiares o amistades, dada la escasez de recursos económicos, la ausencia de becas, etcétera. Ahí, en ese centro algecireño, después de un curso de esfuerzo, educación por libre en el pueblo, celebraban las pruebas, junio o septiembre, que les acreditaban la superación o el suspenso de los cursos en sus distintas disciplinas. 
Este centro libre adoptado, dependiente del Mixto 2 de Algeciras, facilitó la matricularon de centenares de alumnos de San Pablo, Jimena, la Estación, Montenegral e incluso Gaucín, y otros núcleos, en los cuatro cursos de Bachillerato. Su homologación permitió la realización de exámenes en Jimena, facilidad que aumentó el número de alumnos, al coincidir, además, con cierto avance económico y social, a caballo de los años 60 y 70.
De ese nuevo status se derivaron otras alternativas culturales y deportivas que abrazaron con enorme entusiasmo los jóvenes estudiantes y no estudiantes, arrastrados por esas posibilidades de participar, de sentirse realizados, de dar rienda suelta a la competitividad sana y generosa que la niñez y la juventud atesoran en tan amplia dimensión.
Otra vez El Paseo, el epicentro de la ciudad. Carentes de polideportivos, de gimnasios, etcétera, volvió a erigirse en protagonista de entrenamientos y competiciones, principalmente de baloncesto. Antes y después de los partidos las celebraciones y rivalidades tenían lugar en otro recién nacido club “Boys Scouts”, con vocación musical y situado en el Barrio Alto, concretamente en un salón del claustro de la Iglesia de la Victoria. 
Allí, ese movimiento universal y rebelde que tuvo como icono a “Los Beatles”, fue una avanzadilla cultural emanada de la misma juventud. Juan I. Trillo, José Mº Macías, Francisco Ordóñez, Antoñín Muñoz, Sebastián Jiménez y otros, celebraban reuniones unidos por la música y el baile; grabaciones antes y postpartido reunían a los deportistas, aflorando amistad y ciertos amoríos propios de la edad. Algunos alcanzaron un liderazgo, aceptado por el resto, estableciendo nuevas normas de comportamiento que afectaron al deporte, la música, las corrientes culturales etcétera. 
Aprovechando las fiestas locales, en la misma caseta oficial, se celebró un concurso similar al “Cesta y Punto” aquel que la incipiente y penetradora TVE, canal 2, acercaba a los hogares “pudientes” y a los bares de la poblaciones.
Los equipos, en su mayoría alumnos del Colegio Libre Adoptado, hicieron alardes de sus conocimientos de Historia, Geografía, Deportes, Cultura General y otras. Tal competición, en las fiestas de Agosto, aportó un espíritu de superación en el alumnado.
Los deportes, el baloncesto, el balonmano, el futbito arraigaron en los escolares siempre arropados y dirigidos por un profesorado entusiasta que dedicó muchas horas al entrenamiento, reuniones y desplazamientos, sin apenas disponer de medios económicos o, en la mayoría de los casos, aplicando los propios. 
Jimena, en aquella década 65 al 75, por primera vez en su Historia experimentó una explosión académica y cultural; organizó con el apoyo municipal y empresarial unos campeonatos locales, categorías juveniles, infantiles y alevines, obteniendo títulos importantes en varias disciplinas deportivas a niveles local, comarcal y provincial.
En baloncesto, el Picadero Kastell, juvenil e infantil, patrocinado por los Hermanos Gómez, lograron sonados triunfos en la comarca, entre otros el Trofeo Joaquín Rodríguez. Los domingos, en El Paseo, Los Perlas, Magisterio, Los Celtas, Los Beodos, los Boys Scouts, junto a los equipos femeninos, llevaron a la juventud a la práctica de este desconocido deporte, entonces bagaje exclusivo de la conocida OJE en Algeciras, La Línea y San Roque. Los equipos, bajo una fuerte rivalidad a la que se unían los universitarios que volvían en época de vacaciones, mantenían luego amplios debates y discusiones en el Club Boys Scouts. 
De ahí surgió un jimenato, Manolín Rubia, jugador durante muchos años en Málaga y Marbella, hoy director gerente de Unicaja (Málaga), delegado y Campeón del Mundo con la Selección Española de Baloncesto y también Alfonsito León Corbacho que disputó partidos en la actual ACB, enfrentándose al Barcelona y Real Madrid, entre los más distinguidos.
Paralelamente, dentro del foco académico, cultural y deportivo que impulsó el Colegio Libre Adoptado la presencia del licenciado en Geografía e Historia, D. Eduardo López Mejías resultó decisiva en la investigación, junto a su esposa Mercedes, de la visible y palpable historia que atesora Jimena y sus alrededores.
Este profesor, que dejó huella en varias generaciones, tiene mi máxima consideración y, algún día, podría ser merecedor de un oportuno reconocimiento local. El éxito del Colegio Libre Adoptado, las excelentes notas que lograron sus alumnos fue consecuencia de su entrega profesional, sin menosprecio alguno para el resto del profesorado del C.L.A.
Hoy recuerdo las célebres sabatinas de estudio, que vigilaba desinteresadamente, ala que debían asistir aquellos alumnos que tenían suspensos en las notas semanales, y que, por su similitud en los inicios, pudo desembocar en un centro parecido al colegio de Campillos.
Lamentablemente surgieron unos enfrentamientos, envueltos por la disputa política con el alcalde de la época y otros hechos que perjudicaron notablemente esa labor educativa de reconocido alcance. Un pasado de nuestro pueblo, ya historia, que estoy reflejando en una publicación de más amplio contenido para ofrecerla a mis sucesores, a mis amigos y a los jimenatos.
La primera autoridad local, en el momento de la inauguración del primer grifo público de agua potable, en el “Chorro de la Calle” , símbolo de la erradicación de la sed en Jimena, estaba destituido por el Gobernador Civil. La posterior visita de varios miembros de la Corporación Municipal, al General Gobernador Militar en Algeciras, amenazando con dimitir en pleno si proseguía tal decisión, provocó que éste revocara la misma y le diera continuidad al alcalde. 
Dos cursos después el profesor López Mejías, acusado de comunista – aún no se había legalizado el PCE – y otras vejaciones, fue desplazado a un instituto de La Línea mientras el alcalde mantuvo su cargo varios años. Un ejemplo más de la influencia del poder político, ajeno tantas veces a la justicia.
Al amparo del programa radiofónico de Radio Nacional de España surgió el grupo número 400 de Misión Rescate. Mi función consistió en acompañar a él y a su esposa Mercedes en algunas visitas de campo, a las catas realizadas en el llano que da acceso al foso del Castillo o a las inmediaciones del depósito de agua, donde aparecieron los cimientos de una ciudadela, hasta entonces desconocida y hoy rescatada parcialmente.
Y a trasladar los datos y estudios realizados hasta el programa Misión Rescate donde el grupo que comandé, por exigencias del programa nacional, obtuvo un premio que, sin duda, despertó el interés de los alumnos y la no menos , envidia o malestar de otros representantes sociales de la época.
((( 10 )) REPRODUCCION DE SOL DE ESPAÑA Y YA
Integraron el grupo Misión Rescate, del que fui director porque RNE impuso su integración en la enseñanza primaria, Eduardo López Mejías, licenciado del C.L.A., como Asesor Histórico, y los alumnos locales de primaria, Manuel Bernal, Francisco J. Trillo Huertas, José Covaleda, Diego Gómez, Manuel Reinaldo y José Luis Moreno. 
Los periódicos Sol de España, comarcal, y Ya, nacional, reflejaron en sus páginas, en mayo de 1972, la catalogación de los descubrimientos o hallazgos efectuados por el grupo del colegio “Reina de los Angeles” y la distinción de un premio nacional.
Sería muy prolijo exponer, en su totalidad, la veintena de yacimientos o hallazgos conseguidos por Misión Rescate. La recuperación de estos datos, que celosamente guardé durante más de medio siglo, entiendo que constituyen un documento que precisa de la adecuada impresión y posterior distribución. 
Ciñéndonos a lo que valoro más interesantes, de forma sucinta, permitidme que sitúe en un primer plano a la pintura rupestre hallada en el abrigo situado en la zona sur del castillo. 
El día que me situé con los alumnos del grupo Misión Rescate, ante la escena de caza, una figura humana esquemática tensando el arco y apuntando hacia un venado, a la vez inicio de una línea sucesiva de puntos direccionales , me invadieron los pensamientos más remotos, ante el impacto que me causó la repentina aparición de la pintura rupestre recogiendo tan primitiva escena.
Tras resaltar con una esponja húmeda aquella pintura pensé “algo intenta decirme mi antepasado autor de esta reliquia” . Estaba en “la prehistoria de nuestra historia”, y también en los albores de aquella casi centenaria historia, en los comienzos de Misión Rescate.
El abrigo, refugiado de los vientos de levante, oculto por la maleza, creo que carecía de homologación en aquellos momentos. Romero de Torres y otros han escrito y comentado la existencia de pinturas y cuevas en Chinchilla en inmediaciones, sin precisar este hallazgo que, luego, nos deparó un premio a nivel nacional. 
Indiscutiblemente nos encontrábamos ante el mensaje de un antepasado jimenato, un homínido, Nearthental, Homo Sapiens o algún miembro de aquellas primeras evoluciones, factibles de trasladar a los 4.000 0 5.000 años a. d. c.
Está demostrado, pues, que el hombre primitivo plasmó su primer lenguaje, el de los signos, en este abrigo de nuestro cerro de San Cristóbal. Y, en ese preciso momento, pronunció con su lenguaje gráfico, la que podemos estimar su primera clase; la profunda e inequívoca base de un vestigio para que posteriores investigadores y generaciones tuvieran testimonio y datos de nuestros orígenes. 
La noticia, meses después, de que habían destruido a golpes parte de dicha escena de caza en la arenisca, confirmada en otra visita al lugar, nos entristeció. Los chavales, irritados, intentaron indagar sin conseguirlo, la autoría de tal destrozo. Junto al abrigo existe un vaciado rectangular en piedra y una canal posiblemente utilizada para la preparación de la “pintura”.
Otro hallazgo muy significativo fue el localizado a unos 500 metros al oeste de Jimena, muy cercano al citado abrigo, entre “La Pompa” y “El Regüe” dos fuentes o nacimientos de agua que mitigaron la sed de los jimenatos durante siglos.
Un hacha neolítica, color esmeralda, de 26 centímetros de longitud y un perímetro aproximado de 21 centímetros, hallada en superficie, lo que presenta la dificultad de la localización de un yacimiento neolítico.
Profundizando en el arroyo hacia “El Gamero”, en su margen izquierda, se encuentra la cueva o abrigo de Laja Alta, conocida por sus pinturas esquemáticas que distan unos 600 metros del hallazgo. Este último hallazgo, Laja Alta, ya estuvo tipificado por Romero de Torres, 1908 – 1909, en su catálogo monumental de España, por Cecilio Barroso Ruiz, publicación Zephyrus, por Teodosio Vargas Machuca, jimenense que sitúa el origen de la antiquísima Oba en la época fenicia o tartésica.
De hecho, los restos de un horno fenicio, quedaron ocultos con arena en el subsuelo de la Iglesia de la Misericordia, durante su última remodelación. Otras fuentes investigadoras de “Laja Alta” sitúan sus orígenes entre los 700 ó 1,000 años antes de Cristo. 
La proximidad en los llanos de Regüe de lagares, junto a otros en el interior del recinto amurallado, objeto de estudio en la anterior ponencia de la profesora local Pepa Contreras. El registro escrito de zonas de asentamientos romanos, árabes o medievales, con alguna aportación inédita, estimo que avalan el trabajo realizado por este grupo de rescate.
Hay noticias de otras hachas aparecidas en las cercanías de esta zona situada a la espalda de nuestra fortaleza. En la antigüedad, no muy lejana, estas piezas prehistóricas se situaban en los fogones de las cocinas porque existía la creencia de que rechazaba a los rayos durante la tormenta. Algunas fueron localizadas ahí, en viviendas antiguas de Jimena.
La presencia de muy numerosas tumbas excavadas en piedra, posiblemente paleo cristianas o bien un ara de sacrificio para las ceremonias propias del hombre primitivo, en el Tajo de las Sepulturas, en el cerro de El Salado, en El Coto, en Arnau, en Cueva Humosa, en “Las Naranjas” algunas a la intemperie y otras dentro de cuevas, dispersas a espaldas del Castillo…avalan nuestro primitivo ADN, todavía por desempolvar en sus genes primarios. 
A espaldas del Castillo, existen restos en planta de una probable iglesia mozárabe, con una pila, en la zona que los jimenatos llamamos el “Baño de la Reina Mora”. La vertical de la roca contiene excavados cuatro grandes nichos. 
Una punta de flecha, las vasijas, las tégulas, y otros ajuares pertenecientes a tres niveles o épocas dentro de la fortaleza, el mosaico parte de una villa romana hallado en Marchenilla, la aparición de muros y solerías alusivos al asentamiento de una ciudadela, descubierta al construirse el depósito del agua, etcétera constituyen todo un cúmulo de indicios, de fundamentos históricos, que configuran la prehistoria y la historia detectada en el interior y cercanías del recinto amurallado.
Y podemos situarnos en las márgenes del Guadiaro, otra vía de penetración para las civilizaciones junto al Hozgarganta, igualmente cargada de vestigios y yacimientos. Lingüistas árabes indican que en el “Río de las Casas”, en las proximidades de San Pablo, territorio en la época de Roma perteneciente a la “Corá de Algeciras”, nació el temido general árabe , Al Mansur, “El victorioso” cuya estatua ubicada en las ruinas mereníes ha desparecido de la faz de las Algeciras. 
Hallazgo número 13 en el Cortijo de Las Mesas, a unos 8 kms al noroeste de Jimena, en el camino que va desde San Pablo de Buceite hasta Zambana y muy cercano al río Guadiaro. En unas obras realizadas hace más de 70 años apareció una gran tinaja de barro rojizo y varias vasijas más pequeñas que contenían un peso aproximado de 2 arrobas de monedas de cobre y plata. Dos de ellas, de cobre, pertenecientes al emperador Constantino y otra de Galieno. 
De las 26 monedas rescatadas, las demás de plata, seis eran del emperador Valeriano, una de Trajano Decio, otra de Voluciano, otra de Quieto, otras de Paulina, Salonina y Mariniana esposas de los emperadores, Maximino, Galieno y Valeriano, todas ellas acuñadas en el siglo III después de Jesucristo.
Así, Misión Rescate contempla un total de 21 hallazgos o estudios realizados sobre monumentos, esculturas, lápidas, tumbas y otros ya existentes, pero carentes de un análisis más próximo y profundo en su tiempo de realización, aunque tal vez carentes del necesario rigor histórico dada la fecha y los escasos medios disponibles que tuvo el grupo. 
Ahora, tras las últimas inversiones y trabajos efectuados en el recinto amurallado por expertos en arqueología e historia, tendremos indiscutiblemente una documentada puesta en valor de nuestro pasado histórico, una vez finalicen los estudios pertinentes de esos vestigios que, sin duda, habían ocultado los arcabuces, los bombardeos, la climatología, las guerras y tantos otros destrozos acaecidos en nuestra fortaleza. 
Sin duda que esta labor del Ministerio de Cultura servirá para clarificar y restaurar parte de nuestras raíces y procedencia, de nuestro pasado lejanísimo, adormecido por falta de recursos e iniciativas. ¡!!! Cuantas barbaridades hemos cometido destrozando nuestra riqueza patrimonial.!!!!! 
Finalizo reiterando mi deseo, expuesto a Pepe Regueira y a Tanit, en el sentido de que el texto completo de Misión Rescate, sea imprimido y puesto a disposición del Ayuntamiento y de las Asociaciones Culturales, de senderismo y otras entidades interesadas. Ya buscaremos soluciones. 
Y concluyo constatando mi gratitud más sincera a la comisión por haber valorado esta humilde aportación a las jornadas de historia de mi pueblo, a la asociación Tanit y a Juan Manuel Contreras, amigo personal, por las fotos cedidas. Un honor haber sido elegido para la apertura de las mismas. Gracias por vuestra asistencia 
Andrés Macías